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miércoles, 9 de octubre de 2013

REFLEXIÓN ESPIRITUAL

COSECHAMOS LO QUE SEMBRAMOS.

Ir hacia el interior, desarrollar niveles más altos de consciencia, experimentar la
divinidad, todo esto tiene poco valor si no se utiliza para crear cambios positivos
específicos en nuestro bienestar personal, en nuestras relaciones y en nuestra
habilidad de cumplir con nuestros roles en el mundo de manera responsable.
La necesidad de traer la espiritualidad a nuestra vida cotidiana se vuelve
particularmente clara cuando comprendemos la ley de causa y efecto. Esta ley
enuncia que no existe tal cosa como la coincidencia, todo lo que sucede es el
resultado (el ‘efecto’) de algo que sucedió en el pasado (la ‘causa’).
Ésta es la conocida ley del karma.

 En esencia, esta ley nos está diciendo que lo que sea que viene frente a nosotros hoy,
 es el resultado de nuestros ayeres.

Es el equivalente espiritual de la tercera ley de Newton, que enuncia que ‘para
cada acción hay una reacción igual y de signo opuesto’. También están los dichos
‘tu pasado siempre te alcanza’ o ‘lo que siembras es lo que vas a cosechar’. Sin
embargo, esto no significa que nuestra vida vaya a estar siempre controlada por
las elecciones que hicimos en el pasado y que no hay nada que podamos hacer
acerca de ello.
Por el contrario, esta ley es una invitación a la creatividad personal y a la
responsabilidad. Podemos tomar esta ley de vuelta en nuestras propias manos
aquí y ahora. ¿Cómo? Dándonos cuenta de que esta misma ley también enuncia
que nuestro mañana será el resultado de nuestras acciones hoy.

La ley del karma atrae nuestra atención a la importancia del presente. Todo lo
que hacemos hoy es como una semilla que se siembra en el jardín de nuestra
vida. Si la semilla es de buena calidad, así será su fruto. La calidad de nuestro
‘jardín’ (es decir, nuestra vida) depende de las semillas que sembramos hoy.
Está en nuestras manos.



Aquí es donde nos damos cuenta del valor de la consciencia espiritual.
Experimentar nuestro ser como un alma y permanecer vinculados al Alma
Suprema es la manera fácil de permanecer llenos con las cualidades positivas
necesarias para hacer que crezca un hermoso y sano jardín de la vida. Los
sentimientos genuinos de alegría y paz crean una calidad de ‘semilla’ muy
superior a los sentimientos de ira o resentimiento.
Cuando respondamos a los eventos de la vida desde la experiencia de nuestra
consciencia espiritual, seremos los amos de nuestro destino. Cuando
reaccionamos a la vida en base al ego, la ira, la avaricia o las muchas
características que no tienen nada divino, permanecemos esclavos de las
circunstancias y situaciones de la vida, sin mucha esperanza de cambio. Esta
elección – responder desde la responsabilidad o reaccionar sin pensar ni
reflexionar – siempre será nuestra.

La práctica espiritual nos capacita a ser grandes. Pensar, sentir y actuar desde lo
mejor de nuestras habilidades crear una mejor vida para nosotros mismos, y por
tanto, para el mundo.




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